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Co-sleeping, cuando padres e hijos comparten la cama a la hora de dormir

Conoce de qué va el colecho y cuáles son sus ventajas para el sueño de los pequeños y los adultos

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Dormir es una de las necesidades básicas de todo ser humano. Tener un sueño reparador trae consigo beneficios a la salud mental, física, emocional y un bienestar general. 

De acuerdo con la Clínica de Trastornos del Dormir del Departamento de Neurología y Psiquiatría del Instituto Nacional de Ciencias Médicas y Nutrición Salvador Zubirán, “el sueño es un estado cerebral activo en el que se generan cambios hormonales, metabólicos, térmicos, neuronales y bioquímicos”, por ello es importante que niños y adultos gocen de un reposo de calidad en periodos de tiempo que garanticen el descanso y en el que se reponga la energía gastada día a día. 

 

 Foto Pixabay

 

Solos o acompañados 

A nivel pediatría han surgido interrogantes, tanto por los padres como por los propios médicos, sobre si a la hora de ir a dormir es conveniente que los hijos —recién nacidos o bebés— lo hagan en la misma cama que sus padres. 

Aunque para muchos lo ideal es que duerman en su propia cuna, o incluso en habitaciones separadas, existe un movimiento que promueve lo contrario, por lo que se ha abierto un debate sobre esta práctica que cada vez más está ganando más adeptos y que muchos especialistas, incluso, respaldan. 

 

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Conocido con el término co-sleeping o en español, colecho, este ejercicio de descanso recomienda y aprueba que padres e hijos compartan no solo la habitación, sino la cama y que duerman todos juntos en las noches.  

En un artículo publicado por la Liga de la Leche de México (LLLMx) titulado “Dulces sueños y colecho”, señala que de acuerdo con el reconocido doctor Abraham B. Bergman, pediatra de la University of Washington Medical Center y la UW Medicine-Harborview Medical Center, “realizar el colecho tranquiliza a los padres, les permite descansar más y la lactancia materna es más fácil”. 

El doctor Bergman ha sido uno de los promotores de este hábito, incluso ha desafiado lo estipulado por la American Academy of Pedriatics, que siempre ha recomendado que los hijos duerman separados de los padres para garantizar su seguridad, pues dormir en la misma cama, sugiere, aumenta el riesgo de un accidente por asfixia o caída, que puede provocar incluso la muerte del bebé o pequeño. 

 

Cultura y tradición 

En 2016, cuando el tema primero se puso sobre la mesa y había opiniones muy divergentes al respecto, el diario Los Angeles Times ahondó sobre esta experiencia y destacó que esta práctica, aún sin que se le definiera por un nombre específico, ya es aplicada en varios países desde mucho tiempo atrás, entre ellos algunos de África, como Nigeria; en Asia, como India y Nepal; y en América Latina, Colombia y México. 

Refería que para muchos padres de estas naciones resulta un acto de crueldad el mantener alejados a los hijos durante las noches; en su lugar, prefieren dormir con ellos en la misma cama o a su lado, en su cuna, pero todos compartiendo la misma recámara. 

 

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Esteban Gómez Muzzio, fundador de la Fundación América por la Infancia, confirma estos hechos, al aclarar que los menores siempre se sienten más seguros en espacios de cercanía con sus figuras de apego, y que eso incluye la noche. 

“Dentro del mundo de los seres vivos, nosotros somos una especie que necesitamos estar cerca de nuestros cuidadores, incluso a la hora de dormir, a diferencia de otras especies que pueden estar lejos mientras los cuidadores cazan. Cuando el cuidador se aleja de su cría, esta llora, lo que nos dice exactamente el tipo de especie que somos”, explicó durante una transmisión en vivo a través de su perfil en Facebook, en el que habló sobre el co-sleeping. 

Señala que, durante la noche, si un niño despierta y no ve a nadie, se angustia y sube su estrés. Pero si ve a otro ser humano, el niño sigue durmiendo.  “Los niños que duermen junto a sus padres tienen mejores capacidades de regulación emocional comparados con los que no lo hacen”, comparte Esteban. 


Reglas de bienestar 

El co-sleeping no se trata simplemente de que padres e hijos compartan cama. Esta dinámica sugiere ciertas reglas para que se lleve de manera óptima, en especial para que los niños no corran ningún peligro durante la hora del sueño. 

“Sin nosotros dormimos juntos en la misma cama debemos cerciorarnos de no consumir drogas, nicotina, alcohol o fármacos; no tener obesidad mórbida o algún problema que afecte la capacidad de despertarse, por ejemplo, a adultos que tienen el sueño muy pesado”, señala Gómez Muzzio. 

Otra de las recomendaciones generales que indican los especialistas es tampoco dormir, aún una siesta, en sillones porque el riesgo de caída del menor es muy alto; en la cama, evitar estar rodeados de muchas almohadas o peluches.  

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Todos ganan 

Además de estrechar la relación padres-hijos y de fortalecer sus habilidades emocionales, existen beneficios para todos. De acuerdo con el sitio “Kelly Mom, parenting and breastfeeding”, tanto padres como hijos duermen y descansan mejor; a la hora del alimento, la madre puede amamantar directamente, logrando que el pequeño no despierte del todo; la lactancia nocturna también tiende a prolongar los efectos espaciadores de la lactancia materna y hay menos molestias a la hora de conciliar el sueño para todos. 

 

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