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Foodie nos cuenta cómo le fue en restaurante del que se quejó Kate del Castillo

Máximo Bistrot es considerado uno de los mejores feudos del país y sus precios lo reflejan; pero ¿realmente vale la pena?

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Hace un par de días, la actriz mexicana Kate del Castillo, a través de su cuenta de Twitter, se quejó del mal servicio recibido en su visita al restaurante Máximo Bistrot, en la Roma, considerado uno de los mejores de la CDMX. Kate dijo que fue con sus papás y su socia, Carmen Cervantes, y que no solo se rehusaron a calentarle un platillo que le sirvieron frío, sino que pidió que les cambiaran la mesa por una que no estuviera en el sol y que recibieron un trato grosero por la solicitud.

El lugar

Máximo Bistrot, del chef Eduardo García, ocupa el lugar 33 en la lista de 50 Best en América Latina, la más prestigiada en materia de ranking de restaurantes en el mundo y aparece regularmente en ella, a veces unos lugares más arriba, a veces algunos más abajo.

Su cocina se distingue por el uso de ingredientes y productores locales y se sabe que fue creciendo de un local muy modesto, al popular y prestigiado feudo que es hoy. Durante la pandemia, el restaurante estuvo cerrado, pero García siguió trabajando para no abandonar a sus proveedores y, al terminar las restricciones, reabrió en un local nuevo y más espacioso. El año pasado, García obtuvo el reconocimiento Estrella Damm Chef''s Choice, a la Mejor Reinvención.


Además de Máximo, Eduardo y su esposa, Gabriela López, tienen Lalo, un lugar más sencillo con pizza, pastas, deliciosos desayunos y un fantástico pan.

Debido a que el menú de Máximo se basa en lo que hay de temporada y lo que García va viendo está mejor de sus proveedores, el menú cambia diariamente, con excepción de algunos platos emblema como la Cebolla cocida en suero gratinada con queso Comté, una especie de sopa de cebolla seca que se sirve con pan.

Otra experiencia

"Estoy de acuerdo con Kate del Castillo en varias cosas, mi experiencia tampoco fue la mejor", dice Valentín Vidrio, foodie aficionado de Guadalajara, que es viajero frecuente y planea con mucho cuidado y anticipación los restaurantes que va a visitar en cada ciudad a la que viaja. A pesar de que viene frecuentemente a la CDMX, no había podido conocer el restaurante, del que mucho había oído, hasta un par de meses antes de la pandemia, porque nunca había lugar, aún con reservación.

"Finalmente logré reservar a través de Open Table. Llegamos, una amiga y yo, puntuales a la cita y, para empezar, no tenían registro de la reserva. Entonces, a pesar de que había reservado, tuvimos que esperar más de media hora a que nos dieran una mesa. Yo había especificado que preferíamos adentro y nos sentaron afuera, prácticamente en la banqueta, pues era la última mesa; le reclamé a la hostess y casi, casi me dijo '' Es lo que hay'' ", relata.

"En lo primero que estoy de acuerdo con Kate es en que el mobiliario --además de que en cuestión de diseño no es nada especial--, es bastante incómodo. No sé si sean los mismos muebles que tenían antes de la pandemia, pero efectivamente son incomodísimos", dijo.


"Respecto a la comida, pedimos cocteles, muy buenos; después, la famosa Cebolla cocida en suero, que estaba rica pero nada más, uno de sus platos emblemáticos; después, yo pedí un Taco de cochinita que era como el de cualquier restaurante yucateco equis, con la diferencia de que éste costaba 300 pesos porque está hecho con un lechón que se cocina durante ocho horas, pero realmente no noté una diferencia extraordinaria con el  de cualquier otro lugar. Le siguió un aguachile o ceviche de pulpo con 50 gramos de marisco y mucha, mucha verdura y que, en cuestión de sabor, no era nada especial. Terminamos con un postre, recomendación del mesero, que era un Pan francés muy normalito", añadió.


"Otro aspecto en el que estoy de acuerdo con Del Castillo es que, cuando vas a un restaurante, también estás pagando la experiencia, las instalaciones, además de la comida. Si no es un lugar espectacular, no estás cómodo y la comida tampoco es lo mejor ¿por qué vas a pagar más de 400 pesos por un pulpo, si puedes pagar lo mismo en un restaurante mucho más bonito, sin estar en la banqueta, a merced de personas paseando a sus perros, vendedores ambulantes, y demás, porque ni siquiera había estas estructuras que hay después de la pandemia, en las que estás en la calle pero en un espacio aislado y acondicionado, que se siente como parte del restaurante. Aquí, perdón, pero estábamos en la vil calle", comenta.

"Me parece que el que el chef sea creativo no es suficiente para justificar los precios que tienen, porque te están cobrando como si te ofrecieran cantidad, calidad, buen servicio y buenas instalaciones, y de todo esto, solo se cumple con la calidad de los ingredientes, nada más...", abundó.

Valentín finalizó diciendo que probablemente no todo el mundo tenga una experiencia igual, " es cierto que siempre está lleno y debe haber una razón para eso, pero en mi caso particular, yo no volvería. Si a alguien como Kate del Castillo no la atienden bien ¿qué podemos esperar el resto de los comensales?" , finalizó.