Edith J. Adler, tía de la actriz Ginny Hoffman, arremete contra el actor Héctor Parra y sale en defensa de su sobrina y de Alexa Hoffman.
A través de un video, Edith J. Adler pidió al público dejar de atacar a su familia, pues ya está cansada del hostigamiento que han recibido Alexa y Ginny Hoffman en redes sociales.
Te podría interesar
"Les saluda Edie J. Adler con un mensaje breve para toda esa gente que sigue atacando a mi sobrina Ginny Hoffman y a su pequeña hija Alexa. ¿Hasta cuándo van a dejar de molestar?, ¿hasta cuándo van a dejar ese veneno contra ella?, ¿por qué tanto odio? Ya basta, suficiente. Vivan su vida y dejen vivir a los demás... Por eso las víctimas nos callamos. Sí, yo también he sido víctima de una persona que amaba mucho y se aprovechó de mi inocencia".
ÚNETE A NUESTRO CANAL DE WHATSAPP, EL PODER DE LA INFORMACIÓN EN LA PALMA DE TU MANO
Edith J. Adler pidió a Daniela Parra que abra los ojos y deje de defender a su padre, Héctor Parra, quien cumple una condena de 13 años y 10 meses de prisión por los delitos de corrupción de menores y abuso.
"Ellas son víctimas de un monstruo, que no sabe distinguir de entre el bien y el mal. Es un hombre asqueroso que ha ultrajado a sus dos hijas. Sí, Danielita, yo sé la verdad y tú también la sabes, me da lástima porque estás padeciendo el síndrome de Estocolmo. Deja ya de mentir y de atacar a tu hermana, mejor cállate la boca Daniela, porque tú sabes la verdad, deja de atacar a tu hermana, tarde o temprano vas a tener que enfrentarte al creador".
¿Qué es el síndrome de Estocolmo?
El sitio Healthline señala que el síndrome de Estocolmo es una respuesta psicológica. Ocurre cuando los rehenes o víctimas de abuso crean vínculos con sus captores o abusadores. Esta conexión psicológica se desarrolla a lo largo de los días, semanas, meses, o incluso años de cautiverio o abuso.
TAMBIÉN PUEDES VER: La tragedia detrás de Chiquis Rivera; ¿podrá visitar a su papá en la cárcel?
Con este síndrome, rehenes o víctimas de abuso pueden llegar a simpatizar con sus captores. Esto es lo contrario del miedo, el terror y el menosprecio que se podría esperar de las víctimas en estas situaciones.
Con el paso del tiempo, algunas víctimas llegan a desarrollar sentimientos positivos hacia sus captores. Incluso podrían empezar a sentir que comparten objetivos y causas comunes. La víctima podría comenzar a desarrollar sentimientos negativos hacia la policía o las autoridades. Pueden llegar a sentirse resentidos con cualquiera que esté intentando ayudarles a escapar de la peligrosa situación en la que están.